Markbass CMD JB Players School
Es un hecho de mercado, ya sobradamente extendido, que los tiempos de las grandes brechas entre los productos caros y los asequibles quedaron atrás. Y me estoy refiriendo, en nuestro mundo bajístico, a todo sin excepción: bajos, amplificadores, efectos y ¡hasta cuerdas! Con esto no quiero decir que los productos económicos sean iguales o mejores que los de precio más elevado, sino que muchos instrumentos y amplis o pedales fabricados en países con menores costes de producción que USA o Europa, generalmente en Asia, presentan unos niveles de acabados y de calidad perfectamente válidos para el noventa por ciento de los usos potenciales que les vamos a dar. Y quien necesite el diez por ciento restante, por exigencias profesionales o por gusto personal, tendrá que aumentar a la factura mucho más que un simple diez por ciento para dar ese salto de calidad o prestaciones.
Curiosamente, Markbass siempre se ha caracterizado por unos precios más que razonables en todos sus pro- ductos de fabricación italiana, los únicos que la marca comercializaba hasta el momento. Sus amplis y pantallas pueden ser lo que buscabas o no, pero nadie puede discutir que todos ellos están fabricados en un segmento de calidad bastante alto. Pues aún así, también en Markbass han dado “el paso” hacia delante. Y “el paso” no es otra cosa que empezar a fabricar productos en Indonesia, haciendo que convivan las series italianas con sus homólogas asiáticas. El resultado, como veremos a lo largo de esta prueba, es para quitarse el sombrero. Porque su nueva serie Black Line, que así se llaman los amplificadores, pantallas y combos fabricados en Indonesia, es un verdadero cañón, seguramente de las líneas asiáticas más cercanas a los originales que nunca hayamos probado. Solamente me asalta una duda más que razonable: ¿Qué trabajo va a tener que llevar a cabo el departamento de marketing de la marca para que sus ventas no se desplacen masivamente del material italiano al material indonesio?
El combo que traemos a estas páginas es el Markbass CMD JB Players School, el único producto que aún sien- do fabricado en Indonesia no se encuadra en dentro de la denominación de serie Black Line, aunque curiosamente el cabezal que incorpora es un Little Mark Black Line 250, con ese nombre rotulado en él. Es una simple cuestión de estrategia comercial, ya que este modelo está respaldado por Jeff Berlin (de ahí las iniciales JB) y además le han bautizado con el reclamo de la denominación de la ya famosa escuela de música del maestro Berlin que no es otro que Players School. Pero que nadie se piense que se trata de un combo válido solamente para estudiantes, ni mucho menos.
Construcción
La primera inclinación es a pensar que se ha podido penalizar una de las características más apreciadas por
los usuarios de Markbass, la ligereza de construcción que está basada en una más que exigente elección de las maderas adecuadas y en la utilización de alta- voces con imanes de neodimio. Pues nada más lejos de la realidad. Atención al dato: este combo pesa 15,7 kg mientras que el combo de la marca que puede ser equiparable en tamaño y formato, el Mini CMD 151P, de fabricación italiana, pesa 18,5 kg. Poco más hay que decir sobre cómo Markbass se ha preocupado de no perder una de sus principales señas de identidad en sus productos asiáticos.
Aparentemente, nada cambia en la calidad de acabados con respecto a las series fabricadas en Italia: rejilla metálica frontal de alta resistencia, esquineras de refuerzo de gran robustez, asa superior para facilitar todavía más su sencillo transporte (se lleva con una mano sin problemas) y recubrimiento en material de fibra tipo moqueta. El cabezal está montado verticalmente, de modo que los controles quedan expuestos en el plano superior y no en el frontal del combo, algo que a mí particularmente me gusta porque me resulta muy cómodo de manejar en un combo cuya altura obligaría a agacharse en exceso para una manipulación frontal. Sin duda, un diseño súper compacto y aprovechado a la perfección.
El cabezal
Vamos ahora con la descripción del cabezal, verdadero corazón y cerebro del combo. Para quien conozca la gama de productos de Markbass, hablar del cabezal Little Mark 250 es hablar de un clásico de la marca. Todas las características esenciales de la serie Little Mark en su formato de menor potencia, que en muchos casos es más que suficiente para acometer ensayos, actuaciones en locales pequeños y, por descontado, grabaciones, prácticas y estudio. El cabezal Little Mark Black Line 250 utilizado en el combo que nos ocupa ha venido a sustituir al Little Mark 250 italiano que ha sido descatalogado. Una operación inteligente, porque así se abarata notablemente el modelo ya de por sí más barato de la gama y se puede ofrecer una alternativa a precio imbatible y con calidad seria.
Los controles y las prestaciones son las ya habituales de los Little Mark: ecualización de cuatro bandas (graves, medios-graves, medios-agudos, agudos) más los dos filtros mágicos, VLE y VPF, que enamoran a la mayoría de los usuarios que los manejan. Ahora hablaremos de ellos. Se completan los controles con ganancia, máster general y volumen de salida de línea. Una única entrada (la diferencia de señal de los bajos activos y pasivos se regula con el control de ganancia), una entrada balanceada XLR y el interruptor de encendido son el resto de elementos del panel delantero del cabezal (aunque aquí deberíamos hablar de panel superior por su ensamblaje en vertical).
Vamos ahora a la parte trasera: receptáculo para el cable de corriente, dos salidas de altavoz (una de jack y otra combinada jack/speakon), salida para afinador, lazo de efectos con envío y retorno, salida de línea balanceada XLR, interruptor pre/post para que la señal de la salida de línea sea pre o post ecualización e interruptor de tierra. Igual que todos los cabezales de la serie Little Mark tradicional.
Hecha la descripción, voy a centrarme en comentar lo que más ha de importarnos. En primer lugar, la ecualización clásica es estupenda, hace lo que se espera de ella con calidad y el hecho de tener dos controles de medios, divididos en áreas de frecuencias agudas y graves, nos permite un control del sonido y una presencia en la mezcla poco habitual en un combo de este tamaño y de este precio. Bueno, me atrevería a de- cir que prácticamente inexistente en el mercado. Y ya sabemos todos lo críticos que son los medios en el sonido de un bajo.
Seguiré por la salida DI XLR, que he probado haciendo varias grabaciones en mi estudio de casa, y os diré que funciona tan bien o tan mal como la mayoría de las salidas de línea de los amplis medianamente buenos. Quiero con esto decir que hay técnicos que huyen de ellas como alma que lleva el diablo, que vas a un bolo y te dicen que del ampli no sacan la señal porque las salidas de los amplis hacen ruido… ¡Y luego te plantan una directa al bajo de 25 euros! Yo he tocado y grabado cientos de veces sacando la señal directamente de la salida XLR del ampli y desde luego no es com- parable a tener una caja de inyección profesional o de gama alta, pero tampoco es comparable a las baratijas que ve uno por ahí. Es perfectamente utilizable siendo consciente de sus limitaciones. Si quieres máxima cali- dad, entonces mejor usar una DI profesional dedicada.
Las dos salidas de altavoz proporcionan la posibilidad de añadir una pantalla de extensión y así sacar la máxima potencia del cabezal, que con el altavoz del combo proporciona 150W a 8 ohms y con una segunda pan- talla sube hasta 250W a 4 ohms.
Y me he dejado para el final los dos filtros mágicos de Markbass. Empezaré por decir que yo tengo un Little Mark II (descatalogado hace algunos años) y que es mi ampli habitual en los bolos de tamaño pequeño y mediano, e incluso en grandes escenarios cuando tengo la seguridad de que hay un buen sistema de monitores. Nunca toco la ecualización, siempre la dejo plana, y busco mi punto dulce con estos dos filtros. El VLE es un emulador de altavoz vintage que lo que hace es ir recortando agudos a medida que lo subes y el VPF es un filtro de preforma variable que a medida que lo aumentas va enmascarando los medios y realzando los graves y agudos progresivamente. Con el primero tengo la calidez y con el segundo consigo una curva de frecuencias muy a mi gusto, magnífica para resaltar en la mezcla y para hace slap o tocar con púa en ajustes de la mitad del recorrido en adelante. Dos joyitas ya clásicas de la marca que, por sí solas, justifican para muchos comprar Markbass.
El altavoz
Este combo está planteado con un altavoz de 15”, en una caja hermética con puerto de graves réflex para mejor canalización del aire que mueve el cono, y por tanto mejor proyección de los graves. El altavoz desconozco si es igual o distinto al de los modelos de 1x15” fabricados en Italia, porque no he desmontado el combo ni Markbass lo especifica en los datos técnicos publicados en su web, pero veremos a continuación lo bien que cumple su función. No hay tweeter, seguramente porque sería un elemento que encarecería el precio final, dado que además hay que añadirle un control de apertura del mismo, o al menos un interruptor de activación/desactivación. A mí, personalmente, no me supone ningún problema. Rara vez abro el tweeter de un ampli de bajo, y cuando lo hago es muy ligeramente y si es de máxima calidad. He oído muchos sonidos de bajo arruinados por tweeters chicharreros.
Sonido
Llegamos al meollo de la cuestión. Todo lo anteriormente escrito está fenomenal, ya sabemos lo que tiene y lo que no tiene, lo que pesa o lo poco que pesa, que puede hacer y que no puede hacer sobre el papel, pero… ¿Suena bien?
Pues sí, suena bastante bien. Desde luego, si alguien me pregunta si se le puede dar a este combo un uso profesional, puedo afirmar tranquilamente que sí, por su- puesto siendo conscientes de su potencia y su tamaño. Tuve la ocasión, por cortesía de Todobajos, de además de probarlo en mi estudio llevármelo a su tienda y con- trastarlo con un Mini CMD 151P, el combo más comparable de los fabricados en Italia salvando la distancia de que da el doble de potencia pero los tonos deberían ser equiparables, e indudablemente puede plantarle cara con mucha dignidad. ¿Suenan igual? La respuesta es no. ¿Suenan parecido? La respuesta es sí. Quizás podamos matizar que el italiano tiene algo más de profundidad, un matiz más de redondez en el cuerpo del sonido. Pero el CMD JB Players School tiene graves, tiene potencia y volumen, tiene el tono que busques gracias a su versátil ecualización y, sobre todo, cuando lo escuchas suena bien, suena realmente bien. Pensad que es muy fácil encontrar diferencias cuando tienes un modelo junto al otro y cambias 5 veces el Precision de un ampli a otro con idéntica configuración en ambos, pero lo más importante y decisivo es que, cuando amplifique tu instrumento en un ensayo, o en un bolo, o en una grabación, no vas a echar en falta nada de lo esencialmente bueno en el sonido de un bajo.
Conclusiones
El precio de este combo no llega a 500 euros en la mayoría de las tiendas y esa es la guinda que corona este suculento pastel. Sinceramente creo que estamos de enhorabuena, porque por ese precio, hace tan sólo unos años, lo único que se podía comprar eran combos que, excepto para principiantes o para tocar en casa, para poco más servían. Los tiempos y los fabricantes ha cambiado claramente a mejor y de eso podemos aprovecharnos los mortales bajistas. Porque con el CMD JB Players School vas a muchos sitios donde antes costaba más de mil euros llegar.
Jerry Barrios
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