Ibanez SRFF 805
Hoy toca hincarle el diente a uno de esos instrumentos que no se ven ni se tocan todos los días, de esos que son fruto de la innovación, de la evolución y hasta me atrevo a decir que de la osadía. Y decimos esto porque a nada que ya te hayas fijado en las fotos, habrás podido observar que el bajo tiene “cosas raras”. Pues sí, no estás teniendo alucinaciones ópticas ni desvaríos mentales, es que es así.
Hace ya una década que la marca americana Dingwall formuló la teoría de que los trastes en abanico (fanned frets es el término original en inglés) reportaban una serie de importantes ventajas con respecto a los trastes rectos y en paralelo de los bajos “normales”, por llamar de alguna manera a la forma tradicional de construir un bajo desde hace más de 65 años. Su teoría argumenta que al tener una escala más larga en la parte grave con respecto a la parte aguda, la 5ª cuerda suena mucho más viva y menos fofa que en los diseños tradicionales, sin que la 1ª se vea afectada, ya que conserva su escala. Esto a su vez también hace que la tensión sea mucho más uniforme en todas las cuerdas, reportando las siguientes ventajas: no encontraremos diferencia de ataque entre cuerdas, los saltos tímbricos de una cuerda a otra serán menos pronunciados y, algo muy importante, no se nos presentarán problemas para octavar perfectamente las cuerdas más graves, gracias a su notable de aumento de longitud clavijero-puente. Durante mucho tiempo Dingwall ha estado “sola” en el mercado con su teoría a cuestas, bien publicitada por uno de los más grandes bajistas americanos: Lee Sklar. Pero la verdad es que para nada esta modalidad constructiva ha calado entre los músicos ni entre las marcas, porque más allá de en las tiendas, anuncios y endorsers, he de decir que es difícil ver un Dingwall, y más en España.
Pero la sorpresa está servida: la marca más activa en innovación de diseños, construcciones variadas, bajos de todo tipo (gamas altas y bajas, diseños modernos y clásicos), o sea, Ibanez, ha decidido dar una batida por este campo. Pues vamos a ver qué hay de cierto en todo lo referente a los trastes en abanico y qué puede ofrecernos este instrumento.
Construcción
En primer lugar, y si nos abstraemos de la peculiaridad de la inclinación generalizada de trastes, pastillas y puente, el bajo tiene las formas de cuerpo y pala propias de la serie SR, una vieja conocida de los bajistas con más de 55 referencias en su catálogo, ¡se dice pronto! Dentro de la serie SR, este bajo pertenece a la categoría denominada por la marca “Workshop”, que es una especie de Custom Shop asequible, en la cual se producen diseños específicamente creados bajo el criterio de la innovación y la vanguardia, pero fabricados en una cadena de producción estándar que permite poner en el mercado diseños especiales a precios muy contenidos. La excelente apertura y curvatura del cuerno inferior, así como su corta longitud, facilita el cómodo acceso a los trastes más agudos.
Empecemos por las maderas. La combinación que nos ofrece el SRFF 805 es una mezcla de maderas clásicas con exóticas: fresno en el cuerpo (ataque y pegada, con más brillo que otras maderas), palosanto en el diapasón (calidez y redondez para “compensar” el fresno) y jatoba y bubinga en el mástil, maderas duras que dispuestas a modo de sándwich proporcionan gran estabilidad, además de ser ricas en la generación de armónicos.
A pesar de tener el mástil atornillado al cuerpo, por la parte frontal el mástil entra hasta bien cerca de la pastilla superior, profundidad que le confiere una mayor superficie de contacto y vibración entre ambas piezas, aumentando el sustain y la articulación del sonido. Los cuatro tornillos que unen el mástil al cuerpo pueden parecer a primera impresión una sujeción algo escasa, pero en la práctica la fijación de ambas piezas muy sólida y no presenta problema ninguno.
Los trastes son de tipo “medium” y su disposición es en abanico, como ya hemos reseñado anteriormente. Quien desee conocer las medidas, distancias y posiciones de cada cuerda y cada traste, encontrará más información al final del artículo, en la tabla de características técnicas, más extensa y detallada que en otras ocasiones.
El puente es monorraíl, algo que suele estar reservado a los bajos de gama más alta y de boutique, y que también tiene su incidencia en el sonido, como tendremos la oportunidad de comentar más adelante. La distancia entre cuerdas en el puente es de 16,5 mm, una de las más bajas del mercado, lo que significa que las cuerdas están bastante juntas. Esto es típico de los Ibanez de 5 cuerdas y tiene sus ventajas y desventajas. Dejamos este debate para otra ocasión, cada cual tendrá sus preferencias.
Curioso es el acabado, que el fabricante denomina Black Stained y que es muy distinto a los acabados habituales, con un tacto natural donde se tocan las vetas de la madera y cuyo color es realmente inusual, una especie de gris ceniza descolorido con resalte de las vetas casi como si estuviesen oxidadas y con relieve… No creáis que parce un acabado relic, no, nada que ver con eso, es más bien un acabado rústico que se me antoja cuando menos muy original, aunque reconozco que puede no ser del agrado de todo el mundo. Este acabado es el del instrumento que nosotros hemos probado, pero también existe uno en Walnut Flat, que a juzgar por las fotos que Ibanez publica en su web, es más estándar, color madera y sin relieve, con las vetas expuestas a la vista pero no al tacto.
Electrónica
En cuestión de electrónica, nada nuevo, sin que eso sea un punto negativo, más bien al contrario. En general, los bajos Ibanez montan componentes electrónicos siempre de calidad contrastada, en muchas ocasiones de marca, lo que es una garantía de buen sonido. Por supuesto, dentro de las buenas electrónicas hay niveles y niveles, marcas y marcas, y modelos y modelos; y en este caso hay que tener claro que analizamos un bajo que no sobrepasa la barrera de los mil euros, por lo que debemos ser conscientes de que la electrónica está en consonancia y es de buena calidad, pero de nivel intermedio.
Hablamos en concreto de dos pastillas Bartolini BH1 y de un previo Ibanez Custom de 3 bandas. Poco se puede decir de las pastillas Bartolini a estas alturas del partido: una de las marcas más prestigiosas del mercado que divide su producción entre USA (generalmente construcción manual) y Asia (producción en cadena pero de excelente nivel). Como es lógico por el rango de precio del bajo, las BH1 son de fabricación asiática, pero conservan perfectamente esa seña de identidad que es rasgo común de las pastillas de la marca: calidez y claridad. Son pastillas de bobina doble con un enorme campo magnético y una respuesta muy alta.
Su colocación con una inclinación cercana a los 45 grados es coherente con el diseño particular de este bajo y contribuye al objetivo planteado desde el inicio: disminuir los saltos tonales y de ataque entre cuerdas. Así pues, las pastillas recogen el sonido de las cuerdas más agudas en posiciones más cercanas al mástil (es decir, más graves), justo lo contrario que las cuerdas más graves.
En cuanto al previo, no puede ser más completo: 3 bandas (graves, medios y agudos) con potes de realce/recorte, balance de pastillas, conmutación activo/pasivo, selector de frecuencia de medios y control de tono pasivo cuando no operamos en activo (el mismo control de agudos en activo es el encargado de esta función en pasivo). Vamos, que no le falta de nada. Suponemos que cuando los ingenieros de la marca japonesa plantearon los primeros conceptos del diseño de este bajo, decidieron que si se trataba de construir un bajo para quienes no se conforman con lo tradicional, para quienes buscan siempre dar un paso adelante, no podían montar un previo que no ofreciese todas las opciones de control imaginables. Y, honestamente, pienso que es un acierto, porque la personalidad del bajo exige una electrónica que, sin ser de categoría premium, sí es completa de verdad. Y de calidad, como veremos al hablar del sonido.
La hora de la verdad
Bueno, después del volcado de teoría que hemos hecho hasta ahora, teníamos verdadera curiosidad por ver qué había de cierto en todo el planteamiento de los “trastes torcidos”.
Ponerme a tocar y sentirme extraño fue todo uno. Los dos primeros minutos me resultaba rarísimo tocar, sobre todo en los trastes más bajos y más altos, que es donde la inclinación resulta más pronunciada. Pero lo cierto es que fueron eso, dos minutos. Porque pasado ese tiempo empecé a sentirme como pez en al agua, y al poco rato ya era como si hubiese tocado con él toda la vida. Algo así como los primeros minutos cuando cambias de gafas o cuando coges un coche que no es el tuyo.
Una vez que “nos hicimos amigos” el bajo y yo, he de decir que hasta empecé a encontrar natural el movimiento mástil arriba y abajo, porque de alguna forma sentí que el desplazamiento angular de mis brazos y mis manos para recorrer el mástil se acompasaba con la inclinación angular de los trastes. A lo mejor era más una percepción que una realidad, condicionado por toda la teoría leída sobre el asunto, pero no obstante ahí lo dejo (¿el poder de la mente?)
No voy a extenderme demasiado sobre el sonido porque es suficiente con decir que es un bajo que suena bastante, bastante bien, con unas posibilidades de control muy grandes gracias al previo, que se puede abarcar una paleta de sonidos impresionantes y todos ellos de calidad, y que tanta diversidad potencial se traduce en que este bajo sirva para cumplir con notable en cualquier tarea y en cualquier estilo, sin limitaciones. No tuve dificultad ninguna para conseguir graves compactos y muy bien proyectados, medios con bastante cuerpo y agudos con una articulación tímbrica realmente agradable. Especial mención merece el selector de frecuencia de medios que permite centrar la frecuencia de acción de recorte/realce del pote de medios en la banda de los medios-graves, medios o medios-agudos (ver frecuencias en las especificaciones), un ajuste que puede dar un toque sutil pero decisivo al sonido para encontrar su mejor sitio en la mezcla de la banda.
Hice varias pruebas de sustain y quedé muy satisfecho. Antes he apuntado que el mástil penetra en el cuerpo bastantes centímetros, y eso hace que cuerpo y mástil vibren juntos más de lo que es habitual en un bajo atornillado, y eso se nota. Otro aspecto que se nota sin duda es el puente monorraíl: cada cuerda tiene su propio puente individual independiente. ¿Y qué se consigue con ello? Una evidente mayor claridad, ya que el aislamiento entre cuerdas aporta nitidez, que junto con la claridad que emana de las pastillas Bartolini, hace que la limpieza y concreción del sonido sean dos señas de identidad inequívocas de este bajo; y también los puentes individuales contribuyen al sustain ya mencionado, puesto que incrementan la superficie de transmisión de las vibraciones de las cuerdas al cuerpo.
Y de todas esas virtudes sobre las teóricas ventajas de este diseño… ¿qué? Bien, pues tengo que decir dos cosas: la primera es que ciertamente están ahí, que todas las ventajas del planteamiento teórico son reales; y la segunda es que esas bondades no las he constatado solo en este instrumento, porque he tocado decenas de bajos con una 5ª cuerda maravillosa y superdinámica, bajos con una octavación perfecta en todas las cuerdas, incluidas 4ª y 5ª, y bajos con una transición entre cuerdas que era pura crema en cuanto a tono y continuidad tímbrica se refiere.
La 5º cuerda en este bajo Ibanez “Fan Fretted” alcanza una escala de 35,5 pulgadas (34 alcanza la 1ª, que es lo normal). Una escala de 35,5 pulgadas es aún más larga que la de los denominados bajos de 5 cuerdas de escala larga (35 pulgadas), véase Lakland, Elrick, etc. No cabe duda de que esto ayuda a que el Si grave tenga más tensión y por lo tanto más presencia y dinamismo, pero muchas veces esto no depende de la escala, o mejor dicho, no depende solo de la escala. Yo he tenido bajos de cinco cuerdas como Music Man o Sadowsky, ambos de 34 pulgadas, con una 5ª cuerda formidable, y sin embargo he tenido en mis manos algunos bajos de 35 pulgadas dejando mucho que desear en este terreno. La precisión constructiva es, a mi entender, más decisiva que la escala, que ayuda pero no decide.
El mástil tiene un perfil muy fino y no es excesivamente ancho, lo que contribuye en gran medida a que no tardemos mucho en sentirnos cómodos tocando. ¿Y el balance entre cuerdas? Pues sinceramente es muy equilibrado, sin saltos tonales ni de ataque como promete la teoría, pero una vez más me gustaría dejar claro que no es el primer bajo donde encuentro ese equilibrio. Curiosamente, más de uno y de dos Precision de pata negra me han dejado boquiabierto por esto mismo, en concreto un Pino Palladino y algún Custom Shop más. Seguramente la simpleza electrónica del P-bass, el punto dulce de colocación de su pastilla, la calidad de las maderas y, muy importante, un calibre de cuerdas equilibrado, además de entorchado plano, fueron los responsables de ello en dichas ocasiones. Es evidente que este bajo es el polo opuesto a un Precision, así que podemos volver a deducir que su diseño es una manera de obtener ese resultado, pero no la única.
Conclusiones
¡Qué difícil dictar una sentencia en esta ocasión! Creo que es un bajo que por mucho que leáis o que os puedan decir, jamás os haréis la idea de cómo es hasta que no tengáis la oportunidad de probarlo. Suena muy bien, se puede tocar con él cualquier estilo y cualquier técnica, está construido con calidad, buenos acabados, no pesa demasiado, tiene una estética muy moderna pero destila madera… todo eso parece claro, ahora bien… ¿Y lo de los trastes en abanico? Pues creo que merece la pena probarlo: a lo mejor lo pruebas y te encuentras que has terminado de buscar “tu” bajo, o a lo mejor decides que aún tienes que seguir buscando tu bajo pero ya sabes cuál no lo es. Lo que es innegable es que, de nuevo, Ibanez hace un gran servicio a los bajistas con su afán innovador y que quien se lo compre podrá presumir de tener un bajo muy especial.
Jerry Barrios
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