Revista de Bajos

Fender Coronado Bass, Fender Starcaster Bass

Cuanto más pasa el tiempo, más pasado acumulamos y, por lo tanto, más sitio para la nostalgia queda. Ese refrán que afirma que “cualquier tiempo pasado fue mejor” es cierto a veces, pero como todo en esta vida es relativo, otras muchas no lo es. No cabe duda de que si alguna marca en el mundo del bajo puede presumir de tener historia, de haber escrito la inmensa mayoría de las mejores páginas de la historia del rock and roll (y de todos los géneros de la música moderna derivados), y de seguir siendo la referencia del mercado para muchos, esa marca es Fender.

Como empresa grande y multinacional que es, Fender tiene el reto constante de estar siempre poniendo en el mercado nuevos productos para potenciar sus ventas y seguir siendo líder. Eso lo saben muy bien en los cuarteles generales de la marca americana, donde ya hace muchos años que se pusieron las pilas y aprendieron que no se puede vivir de los réditos del pasado eternamente. Así, Fender diseña cada año nuevos instrumentos procurando cubrir todos los nichos de mercado: instrumentos clásicos, instrumentos de nueva concepción, reediciones, etc.; y lo hace repartiendo los lanzamientos entre todas sus gamas de precios. De este modo el nombre de Fender puede estar en el arsenal de cualquier bajista porque el precio no es obstáculo para acceder a muchos modelos.

Y en esta dinámica de mezclar pasado y futuro sin que se estorben, sino más bien al contrario, complementándose, es donde vamos a detenernos hoy. Son de reciente lanzamiento los “nuevos viejos bajos” Fender Coronado y Fender Starcaster, ambos de caja semi-huecos, de escala corta (30”) y de la serie Modern Player, serie que ha tenido una magnífica acogida desde su aparición y que, como su nombre indica, es una gama de instrumentos dirigidos a los músicos de hoy en día que buscan un instrumento construido con las técnicas y posibilidades actuales pero con inspiración netamente clásica. Los modelos de esta serie evocan prototipos que Fender realizó en los 60 y los 70 y no salieron al mercado, o variaciones inéditas sobre modelos clásicos, o incluso diseños que nunca vieron la luz.

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Están fabricados en Asia, sin que eso conlleve un demérito en la calidad, como comentaremos más adelante. Cada día es menos cierto el que los instrumentos fabricados en Asia sean los malos y los fabricados en América sean los buenos. La calidad de un instrumento no se rige por criterios geográficos, sino por los métodos de fabricación y los materiales empleados. Bien es verdad que la política general de las marcas es fabricar las gamas altas en sus países de origen y las gamas medias y bajas en países donde los costes laborales son infinitamente más bajos, pero en absoluto eso significa que no se puedan fabricar instrumentos de buen nivel en esos países. Y estos dos bajos que hoy traemos a estas páginas son un excelente ejemplo de ello, porque sus estándares de calidad son bastante satisfactorios. Otra evidencia de ello es que no se trata de instrumentos muy baratos, pues se enmarcan en un rango de precios que oscilan entre los 750 y 800 euros. Es decir, asequibles pero no tirados. Y eso es porque la buena calidad no resulta barata en ningún sitio, sea California o China.

Pero empecemos por mirar un poco hacia atrás y veamos la historia de los modelos originales de los que heredan la vida estas “reencarnaciones”.

Un poco de historia

Los primeros Coronado, guitarra y bajo, aparecieron en 1965 y supusieron una ruptura con todo lo que la marca había hecho hasta ese momento. En concreto, los modelos de bajo que vieron la luz fueron el Coronado Bass I, con una sola pastilla en la posición de mástil, y el Coronado Bass II, con dos pastillas, en las posiciones de mástil y puente. Entonces no alcanzaron el éxito esperado y dejaron de fabricarse en 1972.

Sin embargo, con el paso del tiempo, y al amparo de la fiebre “vintage” que ha ido aumentando la valoración de los instrumentos de aquellas épocas, los bajos Fender Coronado originales se han convertido en objeto de deseo de coleccionistas y también de músicos que buscan las características de aquellos bajos para hacer música hoy. La dificultad de encontrarlos y lo elevado de sus precios seguramente sean dos razones de peso por las que Fender ha tomado la decisión de reeditarlos en la serie Modern Player. Ahora están ahí, al alcance de la mano, no pensando en los coleccionistas, para los que obviamente no tienen ningún valor, sino en los bajistas que quieren tocar con ellos.

La historia de los modelos Starcaster se reduce tan solo a unos prototipos fechados a mediados de los 70. Aunque la versión de guitarra estuvo en producción desde 1975 hasta 1982, siendo también un modelo poco vendido y con escasa difusión, la versión de bajo nunca llegó a salir al mercado. Parce ser que la dificultad de construcción del modelo, junto con la calidad que se le quiso imprimir, hizo que terminasen comercializándose con unos precios muy altos y, visto el poco éxito de las guitarras, los bajos se quedaron durmiendo el sueño eterno, del que han despertado ahora.

Bueno, pues una vez puestos en antecedentes de la procedencia genealógica de estos bajos, vamos a ver cómo son estos nuevos recién nacidos, sus principales características constructivas y cómo suenan. Es importante tener en cuenta que no se trata de reediciones que pretendan recrear con máxima fidelidad cada detalle de los originales, sino que son instrumentos que nacen inspirados en los originales pero con la introducción de variaciones, suponemos que en unos casos para facilitar la fabricación y contener los costes, y en otros porque las demandas de los músicos actuales así lo aconsejan.

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Fender Coronado

Sus principales características son: cuerpo de arce semi-hueco con un bloque central de aliso, con ribete blanco en la tapa delantera y trasera; agujeros en forma de “F” también ribeteados; mástil de arce de 30”, con perfil en “C”; diapasón de palo rosa con un radio de 9,5” con ribete blanco; 21 trastes de tipo “medium jumbo”; incrustaciones de bloque nacarado; dos pastillas Fideli’Tron de tipo “humbucker”; selector de pastillas de 3 posiciones (puente/puente + mástil/mástil); golpeador negro basculante; controles de volumen y de tono individuales por cada pastilla; puente Adjusto-Matic con cordal trapezoidal; y clavijeros tipo “vintage”.

Por supuesto, y como no podía ser de otra forma, toda la estética de este bajo nos traslada a la de los años 60. Además del propio diseño del modelo, también contribuyen detalles como los botones de volumen y tono, que son como los de los amplificadores Fender de aquella época, el ribete o “binding” del cuerpo, mástil o agujeros en “F”, o la cubierta de las pastillas.

Cuatro son los elementos que intervienen de modo decisivo a la hora de tocar este bajo, de dar forma a su sonido y de definir su personalidad: el tamaño de su cuerpo, el que sea de caja (semi-hueco), el mástil de escala corta (30”) y la elección de su electrónica.

La construcción y el acabado son buenos, partiendo de la base siempre de que estamos hablando de un instrumento de gama media-baja, lo que los americanos llaman “entry level”, que viene a querer decir algo así como “el primer escalón por el que empezar con la marca”. Trastes bien rematados, mástil cómodo y de tacto agradable, acabado en polyester impecable, clavijas de afinación que funcionan con suavidad, en fin nada que objetar al instrumento desde el punto de vista de la construcción. ¡Ojalá en los años 60, 70 u 80 hubiesen existido instrumentos de gama media o baja con la calidad que se fabrican sus homólogos hoy en día!

El tamaño del cuerpo es el que es, porque si no ya no sería un Coronado. A mí, personalmente, me resulta incómodo, porque no soy un tipo grande y tanto bajo me hace sentirme un poco tapado, pero estos bajos semi-huecos necesitan esa dimensión de caja de resonancia si quieren sonar grandes y con proyección. Es un obviedad física: cuanto más espacio para resonar, mayor volumen y amplitud de sonido.

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Por el contrario, el mástil de escala corta (30”) hace que los movimientos por el diapasón se conviertan en viajes más rápidos de lo habitual. No son los bajos de escala corta el estándar de la industria del bajo, pero tienen sus fieles, que suelen ser “muy fieles”. Y además están los que quieren probarlos, porque tienen manos no muy grandes, porque les resultan cómodos, porque vienen del mundo de la guitarra, o por otras posibles razones. Pues el Fender Coronado es una buena opción de iniciarse en la escala corta, que aunque hoy no es lo habitual en los bajos que se fabrican, tuvo cierta aceptación en los años 60 y 70 en modelos no solo de Fender, sino también de marcas como Gibson, Guild y Alembic entre otras. También parece otra evidencia física que la menor longitud del mástil se traduce en menor superficie, y esto a su vez en menos densidad tonal en el timbre del sonido. O al menos esa es la teoría comúnmente aceptada. Pero vuelvo a decir que hay verdaderos amantes de la escala corta (me vienen a la memoria ahora un tal Paul McCartney y otro tal Stanley Clarke), así que algo mágico tendrá para ellos que está esperando a que lo descubran muchos más.

¿Y el sonido? Pues ni más ni menos que el que yo esperaba. Es un bajo que suena a los elementos que lo componen. Un sonido con los tintes acústicos que le da la caja semi-hueca, con el ataque y claridad que provienen de la escala corta, y con ese color de sonido “clásico” que tiene su origen en una electrónica pasiva. Indudablemente no es un bajo para todos ni para todo, pero sí absolutamente recomendado para folk, jazz o blues tradicional, entre otras aplicaciones en las que la suavidad y la nitidez de un sonido tranquilo y cálido sean las características buscadas. Las pastillas responden bien y captan suficientemente todos los matices que estos estilos de música suelen requerir. En cuanto a los controles de tono, quizás echo en falta algo más de recorrido, pero en cualquier caso, es un bajo en el que pocos retoques de ecualización serán necesarios, porque lo mejor es dejar que suene lo más natural y lo menos coloreado posible.

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Fender Starcaster

Sus principales características son: semi-hueco no simétrico (compensado); cuerpo de arce con tapa delantera y trasera ribeteada; agujeros en forma de “F” también ribeteados; mástil de arce de 30”, con perfil en “C”; pala curvada Starcaster; diapasón de arce con un radio de 9,5”; 22 trastes de tipo “medium jumbo”; incrustaciones de puntos negros; dos pastillas “humbucker” Fender Wide Range; selector de pastillas de 3 posiciones (puente/puente + mástil/mástil); controles de volumen y de tono individuales por cada pastilla; puente Fender Hi-Mass; y clavijeros tipo “vintage”.

Si comparamos las especificaciones del Starcaster con las del Coronado puede darnos la impresión de estar ante dos bajos excesivamente similares. Es cierto que dos características constructivas importantes son coincidentes, el cuerpo de caja semi-hueco y la escala corta, pero hay otras que marcan diferencias notables: el diapasón de arce, el puente de alta masa y, sobre todo, las pastillas. Vayamos por partes.

En lo que a calidad de acabado y detalles de construcción se refiere, mantenemos la nota de aprobado alto que ya le dimos al Coronado. El bajo está bien hecho, no tiene puntos débiles que empañen el resultado global del instrumento y, si no perdemos de vista el rango de precios en el que se enmarca, podemos decir que es satisfactorio y que puede enfrentarse a cualquier reto con la cabeza alta.

Para mí tiene una ventaja y una desventaja a la hora de analizar las sensaciones al tocar con él. La ventaja es que el cuerpo, gracias a su forma irregular compensada en vez de la simétrica del Coronado, me resulta más confortable, y además es algo más reducido y asienta mejor tanto tocando sentado (no necesito tanto brazo para abarcarlo) como de pie (me da menos impresión de estar tapado por el bajo). Y la desventaja es que el barniz tipo “vintage” de alto brillo del mástil, hace más lentos los desplazamientos arriba y abajo porque desliza algo peor que en el Coronado, que es menos denso y brillante. No obstante, en el terreno de la física y la estética, son ciertamente instrumentos parecidos.

Pero cuando llegamos al capítulo del sonido es cuando todo cambia. Si el sonido del Coronado lo describía como “clásico y con claridad”, el del Starcaster bien puede calificarse de “moderno y agresivo”. Este bajo tiene una gran dosis de fuerza en el sonido, pudiendo incluso alcanzarse un punto de “suciedad” si cerramos a tope los dos controles de tono. El sonido natural, con los tonos abiertos, es ya de por sí bastante más oscuro que el del Coronado, y la nitidez no es precisamente su principal rasgo. Las pastillas humbuckers de gran tamaño y gran respuesta son las responsables de esta diferencia sonora tan notable. Son pastillas que recuerdan a las típicas Gibson, de tono denso y un poco bruto. Además, la posición de la pastilla superior, completamente pegada al mástil, es otro factor que hace más opaco el sonido aún.

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Si a todo lo anterior agregamos el mayor sustain que añade el puente de alta masa, tenemos un instrumento donde es más difícil reconocer la resonancia acústica de la caja que en el Coronado. No obstante, y a pesar de todos esos elementos citados que tanto influyen en el sonido, sigue teniendo un cierto componente de timbre hueco que lo distingue de los bajos de cuerpo macizo. Reggae, rollos estilo Motown, soul o incluso música indie o alternativa son los terrenos abonados para el sonido de este bajo.

Cerramos esta descripción comentado que ninguno de los dos son ligeros, algo que sorprende en bajos semi-huecos, pero la explicación seguramente esté en que las maderas ligeras cuestan más dinero, en que el tamaño de las cajas es superior al de los cuerpos tradicionales de los bajos “normales” y en la densidad necesaria en los bloques internos, que tampoco son maderas escogidas por su ligereza.

Conclusiones

No nos queda ya más que dar la bienvenida a estas aproximaciones que hace Fender a modelos nuevos inspirándose en antiguos, porque amplían el abanico de elección de los bajistas, porque ponen a nuestra disposición opciones de instrumentos que, aún siendo minoritarios, está muy bien que existan porque de otro modo no podríamos ni plantearlos que los necesitamos, o que nos gustan, o simplemente que nos apetece darnos un capricho. Y también damos la bienvenida a que se reediten dentro de series con un precio que está dentro del alcance de compra de muchos de nosotros, algo que se agradece en los tiempos que corren. No son los originales pero son buenos instrumentos contemporáneos, y de nostalgia solo no se puede, o no se debe, vivir.

Jerry Barrios

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