Fender 1960 NOS, Relic Jazz Bass
Aún recuerdo que, hace ya muchos años, debió ser en 1997 o 98, entré en una de las tiendas de instrumentos más famosas de Madrid por aquel entonces y vi un Fender Jazz Bass con aspecto de haber participado en cientos de batallas musicales. Yo buscaba exactamente eso, un bajo de los años 60 (cuando aún se podían comprar sin tener que pedir una segunda hipoteca) y me dije: “¡ésta es la mía!”. Me acerqué al dependiente y le pregunté cuanto costaba ese bajo de segunda mano que tenían colgado en la pared.
El hombre miró primero a la pared, como si buscase algo que él desconocía que tenían y después de unos segundos, me contestó: “que yo sepa, no tenemos ningún bajo de segunda mano en la tienda”. Yo no pude por menos que pensar que el pobre no se enteraba de nada y le contesté: “sí hombre, aquel Jazz Bass blanco tan currado, el tercero empezando por la izquierda”. Y esbozando una sonrisilla, medio de triunfo, medio de pedir perdón por el engaño visual, me contestó: “es que ese bajo no es usado, es nuevo”. Y cuando me dijo el precio, tuve que pellizcarme para asegurarme de que no estaba dormido y soñando profundamente.
Abundando en el relic
Esa fue mi primer contacto con el “mundo relic”. Para los que no estéis demasiado iniciados en el tema, o ni siquiera sepáis muy bien de qué estamos hablando, os diré que la definición de acabado “relic”, que en inglés significa “reliquia”, bien podría ser la siguiente: guitarra, o bajo en nuestro caso, de nueva creación que se ha sometido artesanalmente a un proceso de envejecimiento pretendiendo igualar las mismas características estéticas, de tacto y de sonido que un instrumento de los años 60 o 70, según sea el modelo cuya imitación se persigue.
Importante matizar que decimos “pretendiendo igualar” porque, como en todo procedimiento de fabricación, hay niveles y niveles y nos podemos encontrar auténticas maravillas pero también verdaderas birrias.
La marca por excelencia en la que todos pensamos cuando hablamos de modelos “relic” es Fender. Por triple motivo: en primer lugar, el 98% de los instrumentos de épocas pasadas que sirven como inspiración para esta tendencia a los cuales se pretende emular, son instrumentos de las épocas doradas de Fender; en segundo lugar, porque las primeras guitarras y los primeros bajos que se pusieron en el mercado bajo la denominación “relic” vieron la luz de mano de la propia marca Fender en 1995; y en tercer lugar porque hoy en día, salvo alguna notable excepción como pueden ser los instrumentos Nash, sigue siendo Fender quien mejor y más fidedignamente construye estos bajos y guitarras, verdaderas obras de arte en algunos casos.
Y a partir de aquí la polémica está servida. El acabado “relic”… ¿es una mera cuestión de estética, de aparentar que tenemos una pieza histórica entre las manos pero que en realidad es un artificio de “tuneo”? ¿O realmente el tratamiento aplicado sobre el instrumento para producir ese envejecimiento artificial tiene consecuencias distinguibles en el sonido y en el tacto y por tanto es una experiencia diferente a la de un instrumento impoluto?
Como podéis imaginaros, hay opiniones muy dispares. No hay más que darse un garbeo por cualquier foro, ya sea de guitarristas o de bajistas, nacional o internacional, para ver que la controversia está servida y que hay quien piensa que es una estupidez pagar más dinero porque una marca te “destroce un instrumento” pudiendo hacerlo uno mismo con el paso del tiempo, hay quien defiende que un instrumento “relic” es la forma de tener un instrumento que te transmite las mismas sensaciones que un instrumento antiguo (denominados “vintage” en inglés”) pero a una fracción del precio. Hay quien no aprecia diferencia pero se siente más cómodo con un instrumento gastado porque no tiene que preocuparse si se da un golpe o se roza, hay a quien le gustan en la soledad de su casa pero evita subirlos a un escenario porque le ataca el pudor de parecer un “quiero y no puedo”… en fin, puntos de vista para todos los gustos.
Preparando la prueba
La decisión de escribir este artículo surgió cuando tuvimos la oportunidad de hacer algo que no suele ser posible frecuentemente. Gracias a las facilidades brindadas por Todobajos pudimos acceder a probar exactamente el mismo modelo de Jazz Bass de la Custom Shop de Fender en dos acabados distintos: Relic y N.O.S. (“New Old Stock”, que según definición de Fender es un acabado equivalente a como era en su día cuando se fabricó nuevo).
En concreto se trata de la recreación del modelo de 1960, el primer año de fabricación del Jazz Bass, con dos controles concéntricos (volumen/tono), uno para cada pastilla, modelo que solamente duró un par de años, ya que a principios de 1962 cambió a la configuración actual de volumen/volumen/tono.
Nuestra función en esta prueba no es otra que trasladaros la experiencia sensorial que apreciamos al probar y comparar ambos bajos, lo cual hicimos a fondo, sobre un amplificador Mesa Boogie M-Pulse 600 y una pantalla también Mesa Boogie 4 x 10. Dicho de otra manera, aprovechar para contaros lo que oyeron nuestros oídos, tocaron nuestras manos y vieron nuestros ojos. Vaya también por delante que nunca habíamos tenido la posibilidad de enfrentarnos con idéntico modelo en dos acabados diferentes en el mismo momento y en el mismo lugar y que, aunque de entrada partíamos más en el grupo de los “escépticos”, terminamos sin dudarlo en el grupo de los “convencidos”.
Prueba y comparación
Lo primero que hicimos fue cerciorarnos de que los instrumentos eran exactamente iguales con la única excepción del acabado. Y sin duda lo eran: misma electrónica y pastillas, mismo hardware, mismas especificaciones de maderas en cuerpo, mástil y diapasón, mismos trastes, mismas cuerdas, en fin, mismo “todo” salvo el acabado. Importante aclarar que los dos bajos tienen como componente químico de acabado cosmético laca de nitrocelulosa, un tipo de laca que hoy no se ve prácticamente en ningún instrumento ya que su utilización industrial está prohibida en muchos países por su toxicidad en la aplicación masiva y solamente se puede aplicar a mano y bajo unas condiciones de seguridad laboral muy estrictas y costosas, lo que explica parte del alto precio de los instrumentos así terminados. Pero en un bajo que recrea el modelo de 1960 no puede ser de otra manera, porque así se fabricaban entonces y porque la laca de nitrocelulosa, por sus capacidades de transpiración, ya de por sí confiere a cualquier instrumento que la incorpora unas características de tono imposibles de encontrar en otros barnices ni lacas de las empleadas actualmente.
La verificación de igualdad la efectuamos tanto por comprobación de especificaciones en la web oficial de la Fender Custom Shop, como por inspección visual de ambos bajos y comparación de pesos, algo muy significativo para equiparar tipos y calidades de maderas. Cabe advertir que lo único que no hicimos fue desmontar las pastillas para observar el bobinado, pero sí que hicimos una consulta directamente a Fender Ibérica, quienes puestos en contacto con el taller de Custom Shop de California, obtuvieron una respuesta que certificaba que las pastillas montadas en ambos bajos son completamente idénticas.
A partir de ahí solamente nos quedaba coger uno y otro bajo y empezar a disfrutar con ellos. A estas alturas no hace falta decir que estéticamente la diferencia es notable: el acabado N.O.S. es un acabado de bajo “nuevo a estrenar” y el acabado “relic” presentaba rayas, golpecitos y un evidente desgaste de la laca de nitrocelulosa, tanto en el cuerpo como en la parte posterior del mástil y en la pala.
Y aquí ya se hizo manifiesta la primera gran distinción: el tacto. La laca de nitrocelulosa está intacta en el modelo N.O.S. y muy desgastada, casi desaparecida en algunos sitios estratégicos, en el acabado “relic”. Esto conlleva una notable diferencia a la hora de tocar, ya que los recorridos de mástil en el acabado envejecido son más rápidos, debido a que la existencia de una capa de laca, por muy fina que sea, siempre ralentiza el desplazamiento de las manos. Fijaros bien que no hablamos de sensaciones, porque algunos bajistas se sienten más a gusto tocando en mástiles desgastados, percibiendo la madera pelada en contacto directo con la palma de su mano y otros prefieren la laca porque transmite mayor suavidad y confort táctil. Solamente hablamos de velocidad de desplazamiento, algo que es un hecho físico. Y si la mano tiende a sudar, la lentitud moviéndose sobre la laca se hará aún más constatable.
El siguiente paso era el inevitable y decisivo: enchufarlos al ampli y escuchar. Empezamos por el N.O.S. y nos sonó a gloria, pero a una gloria más cercana en el tiempo de lo que a priori esperábamos. Quizás íbamos con la idea preconcebida de que, al ser una reedición del Jazz Bass 1960, escucharíamos un bajo con sonido redondo, denso, resonante y hasta un poco apelmazado, todas esas características que asociamos a los buenos bajos “vintage” que circulan por el mundo. Pues no fue exactamente así, si no que nos encontramos con un Jazz Bass de altísima calidad, pero con unas características tímbricas más de instrumento nuevo que otra cosa. Por expresarlo de alguna manera, teníamos en las manos el mejor Jazz Bass nuevo que hoy se puede comprar en el mercado, una especie de sublimación al máximo nivel de los modelos de alta gama de la marca (por ejemplo, del American Vintage 62, con la misma configuración de 2 potes concéntricos volumen/tono). La pegada, el “punch”, el amplísimo abanico tonal, todo nos lleva en este bajo de acabado N.O.S. a poder considerarle la mejor versión posible que hoy se puede comprar del bajo más vendido del mundo y de la historia de la música: el Jazz Bass. Riqueza de agudos, medios y graves le otorgan gran versatilidad y la sonoridad de un instrumento nuevo. Bueno, al fin y al cabo esto es lo que la Custom Shop Fender pretende al diseñar y fabricar un instrumento N.O.S., que hoy sea posible comprar un instrumento idéntico al que se podía comprar en 1960. ¡Y vaya si lo han conseguido! Unas excelentes maderas, tan buenas y escogidas como entonces, unas pastillas bobinadas a imagen y semejanza de las originales… ¿Podía ser de otra manera?
No podemos olvidar que ese punto especial (“mojo” que llaman los americanos) que tienen los instrumentos “vintage” no proviene especialmente de la edad, sino del uso y hasta del abuso. Recuerdo haber leído en una entrevista a Roger Sadowsky, que de bajos sabe un poco, que un instrumento no adquiere ese sonido que todos tenemos en la cabeza y que conocemos como clásico o “vintage” por el mero hecho de haber cumplido 30 o 40 o 50 años, sino que ese sonido y esa resonancia se va perfilando a medida que la madera vibra cientos, miles, cientos de miles de veces a lo largo de los años y eso hace que su grano se abra (no esperéis poder verlo a la vista) y la pérdida de barniz y protección cosmética la deje más expuesta al exterior y así adquiera una resonancia que jamás tuvo de nueva. Él citaba como ejemplo en aquella entrevista que había tenido oportunidad en su larga trayectoria de comprobar este hecho en guitarras acústicas, que es donde más obvia se hace la teoría, y contaba que se había topado con guitarras que tenían más de 40 años de reposo dentro del estuche y que cuando las había sacado sonaban bastante mediocremente y que, sin embargo, tras varios años de uso esas mismas guitarras habían mejorado considerablemente y su tono empezaba a ser ya el de una guitarra de “época”.
Dicho lo cual, cambiamos de bajo y enchufamos el modelo “relic”. ¡Sí señor, ahí estaba el deseado, esa especie de santo grial de muchos bajistas en los últimos tiempos! Yo reconozco que siempre me ha tirado el sonido de los Fenders antiguos, será por la edad o será por mi inmenso respeto y agradecimiento hacia todos los que han hecho historia en la música contemporánea y más si son bajistas. Por esa atracción he probado muchos bajos “vintage” en tiendas especializadas de renombre donde he tenido la suerte de ir (valga como ejemplo Rudy’s Music en Nueva York o Vintage and Rare Guitars en Londres) pero jamás me compré ninguno porque lo que me llenaba zumbaba unos precios prohibitivos.
Después de un rato de disfrutar del instrumento, cambiando de pastilla, abriendo y cerrando los concéntricos exteriores de tono, deleitándome con el contacto directo de la madera del mástil, lo tenía claro. Ya sé que no es un bajo de 1960 con 5.000 bolos a cuestas, pero puedo afirmar que no lo es porque sé que no lo es, aunque la experiencia de tocarlo y oírlo no difiere prácticamente en nada de lo que sería la experiencia con uno “real”. Como ya habréis intuido a lo largo de este artículo, el tratamiento “relic” pone al instrumento en otra dimensión sonora. Ni mejor ni peor, simplemente distinta. Y el desgaste de la laca de nitrocelulosa tiene mucho que ver con ello al compararlo con el modelo N.O.S. Ahora la madera respira y el sonido ha perdido brillo y ha ganado rotundidad y resonancia, ha perdido versatilidad tonal pero ha adquirido una redondez en graves única y característica de los bajos gastados y curtidos de los años 60.
Importante también decir que aunque las técnicas de envejecimiento que los artesanos de Fender aplican son un secreto muy bien guardado, incluyen procesos químicos así como tratamientos extremos de frío y calor y de vibraciones que tienen una evidente influencia en la resonancia de la madera y esto tiene su clara translación al sonido del instrumento.
El resto de elementos estéticos, como son arañazos, golpes, hardware oxidado, etc. son tan sólo meros accesorios que contribuyen a la sensación global pero sin ninguna influencia en el sonido.
Conclusiones
Quizás tras la lectura de estas líneas no hayas descubierto la pólvora, pero sí que esperamos hayan servido para reafirmar que detrás de los modelos “relic” hay una diferencia con respecto a los modelos N.O.S. y que cada bajo te traslada a un punto diferente del pasado. Visto lo visto, cada cual es muy libre de decidir qué prefiere y por qué características le merece la pena pagar más o menos. Si eres coleccionista, ahorra y espera a poder comprarte un bajo de los 60 auténtico (uno de 1960 en estado razonable y con buen sonido no lo encontrarás por menos de 15.000 euros, si tienes suerte). Si lo que amas es ese sonido y ese tacto de bajo desgastado, por algo menos de 3.000 euros un “relic” de la Custom Shop te proporcionará la máxima satisfacción, con un valor de reventa también excelente en el mercado. Y si quieres entrar en una tienda y comprar lo mismo que compraban legendarios como Joe Osborn, entonces tu Jazz Bass para el resto de tu vida es el modelo N.O.S. que te costará en torno a los 2.500 euros.
¡Qué buenos y qué distintos los dos! La diferencia del acabado terminó por revelarse decisiva entre ambos bajos. Para un próximo número prometemos una comparativa entre dos bajos de gama más baja pero también modelos hermanos y solamente separados por el acabado: la serie Road Worn y la serie ‘60s Classic. Será más que interesante enfrentarlos.
Jerry Barrios
Fender
1960 NOS Jazz Bass/1960 Relic Jazz Bass
Aliso
Arce
Palorrosa de la india
En “U” años 60, radio de 10”
Micarta
Estilo Vintage
American Vintage
Cromado
Volumen y Tono
Frontal
Vintage Jazz Bass
Sunburst 3 T
Fender Ibérica
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