Revista de Bajos

Fender Reverse Jaguar Bass

Este trabajo mío de probar y probar bajos, desde fuera puede parecer apasionante, pero a veces os aseguro que llega a resultar un tanto monótono, porque por mucho que a uno le guste lo que hace, son tantas veces las que tenemos que hablar de instrumentos, sonidos, configuraciones y resultados similares que de ahí que a menudo me suceda que cuando escribo me pregunto: “¿pero esto no lo he dicho y escrito ya en decenas de ocasiones?”.

Pero amigos, esta vez es diferente, porque ha llegado a mis manos un bajo que, a simple vista, parece el mundo al revés. Y como todo músico tiene un punto de inconformismo, rebeldía y ganas de explorar lo desconocido, pues lo primero que hice fue frotarme las manos. ¿Esto es un Fender? ¿Y esas pastillas humbuckers? ¿Y el cuerpo, con esa forma y al revés? ¿Y la pala también? Y el mástil más corto que de costumbre… ¡madre mía, pero esto qué es!

Lo primero, y para empezar a entender el por qué de esta aparente “locura” en una marca que vive del triunfo permanente de constantes variaciones sobre sus modelos clásicos desde hace ya décadas, bucear un poco en el concepto de la serie Pawn Shop de Fender. El nombre “Pawn Shop” traducido al español significa “Casa de empeño” y con ella Fender busca evocar las creaciones más excéntricas de la marca que tuvieron lugar desde mediados de los 60 hasta mediados de los 70, añadiéndoles siempre un toque de modernidad que los haga únicos y atractivos para los músicos de hoy en día. Y esa filosofía se ha extremado en algunos modelos lanzados en 2013, con creaciones de instrumentos que nunca fueron pero debieron haber sido según el criterio de la marca californiana. Es decir, o bien que estuvieron proyectados en algún momento o bien que sus diseñadores actuales consideran que debieron estarlo.

Y este es el caso manifiesto del  Fender Reverse Jaguar Bass Pawn Shop que vamos a empezar a desgranar en estas páginas.

Construcción

Me asalta la tentación de invitaros a qué miréis bien las fotos en vez de leer, porque vais a entender mucho mejor la descripción del bajo con las imágenes que con las palabras. Pero en fin, allá va.

El cuerpo adopta la forma del modelo Jaguar con diseño invertido (cuerno largo abajo, cuerno corto arriba) con madera de aliso, acabado en un impecable y elegante poliéster. El mástil y el diapasón son de arce, acabados con uretano y configurados con una escala media de 32” (para quienes no estén demasiado familiarizados con estos detalles, anotamos el dato de que los bajos de 4 cuerdas son habitualmente de 34”, existiendo la excepción de los llamados “de escala corta” que son de 30”). Esta longitud intermedia de mástil permite mayor comodidad para quien tiene las manos pequeñas o, simplemente, para quien se siente más a gusto con menor longitud de recorrido para la mano izquierda, sin perder en exceso ni el timbre ni el pulso habitual de un mástil de 34”.

La forma del mástil es la clásica en “C”, muy confortable de recorrer gracias a su comedido grosor y a que se va aplanando a medida que se aproxima al cuerpo. Solamente 20 trastes, probablemente suficientes para muchos bajista, aunque eso sí, la forma invertida del cuerpo, hace imposible el acceso a partir del traste 17 en la primera cuerda y del traste 15 en la cuarta cuerda. Así que, los virtuosos de los solos en la zona aguda del diapasón no encontrarán en este bajo su instrumento ideal. Los trastes son de tipo Jumbo Medium y están perfectamente nivelados y encastrados, sin aristas salientes (al menos en el bajo de prueba que yo he tenido). A mí, personalmente, me resultaron un poco “tochos” para un mástil de esta longitud, pero cierto es que tienen la ventaja de permitir un excelente asentamiento tonal al pisar las notas en cada traste.

 

Fender Reverse Jaguar Bass, frontal

Hay otros tres elementos constructivos que llaman la atención sobremanera, además del cuerpo al revés: la pala también al revés (excepto la rotulación de marca y modelo que están al derecho), con las clavijas de afinación en la parte inferior y el tiro de las cuerdas al contrario que en un bajo Fender normal, es decir, el tiro más largo para la 4a cuerda y el más corto para la 1a; el golpeador de nuevo diseño que inevitablemente me transporta a algunos modelos de bajos Gibson como el Thunderbird; y el nuevo puente Fender de alta masa, inspirado en los famosos Badass que en tantos bajos se han instalado como sustitución de los originales a lo largo de los años. Indudablemente, en este bajo cada elemento constructivo diferente significa consecuencias para quien lo toca, unas buenas y otras no tanto, pero es que la “fricada” estética tiene que tener algún inconveniente. Ya sabéis el refrán de que “el que algo quiere, algo le cuesta”.

Vamos por partes. Por un lado, la pala invertida es un referente estético muy cachondo, distinto y probablemente atractivo para muchos, pero eso significa, al menos para mí en la prueba, una ventaja y una desventaja. La ventaja es que con el tiro de cuerda alargándose con cada cuerda de mayor grosor, la octavación del bajo es mucho más sencilla y precisa. Las cuerdas, cuanto más gruesas, más difíciles de octavar bien, por eso los bajos de cinco cuerdas dan tantos problemas para octavar el SI grave. Y con un mástil de 32” aún más problemático, así que la inversión del tiro de las cuerdas es una ventaja. ¿La desventaja? Pues que afinar es un lío y cuando quieres recordar estás moviendo la cuerda que no es y para el lado que no es. Supongo que esto me pasó porque tan solo conviví con el bajo un par de horas y que en cuanto ya has tocado con él unas cuantas veces te acostumbras y ya no te despistas… Vamos, como lo de cruzar la calle en Londres.

Ahora hablamos del puente. Me parece un gran acierto la inclusión de este puente de alta masa en este instrumen- to, porque nos proporciona un sustain elevado que de algún modo contrarresta la menor superficie, y por tanto densidad, de madera en el mástil. Perfectamente regula- ble y con mucho recorrido en altura y punto de apoyo de la cuerda (para la octavación), es un excelente hardware que añade al bajo un punto notable de modernidad que, además, se refleja mucho en el sonido. El complemento ideal de los pastillones que ahora veremos.

Para terminar con las características de construcción, seguramente a estas alturas de la descripción muchos os estaréis preguntando: “Y con ese diseño donde la parte con mayor densidad tanto de la pala como del cuerpo están en la parte inferior… ¿el bajo no cabecea?” Pues la respuesta es “un poco”. Desde luego, antes de colgármelo con correa, pensé que iba a cabecear mucho más, que tendría poco menos que hacer un esfuerzo extra con la mano izquierda para evitar que se inclinase hacia el suelo desde el final de la pala.

Eso ya lo había experimentado en otros bajos con diseño raro o invertido y es la sensación más incómoda y molesta que se puede tener tocando un instrumento. Pero este Reverse Jaguar tiene el problema muy bien solucionado (aunque no puedo deciros cómo porque no lo sé), porque el cabeceo es muy ligero. Desde luego, tocando de pie con correa, la mano izquierda no tiene que hacer ninguna fuerza especial para sostener el mástil. Solamente si soltamos ambas manos, el instrumento tiende a inclinarse ligeramente por la pala hacia abajo, pero se detiene al ponerse paralelo al suelo y de ahí no pasa. Sinceramente, nada que sea un impedimento para tocarlo. Y si tocamos con él puesto en las rodillas, ni se nota. Así pues, que nadie se eche atrás por eso. Seguramente contribuya a este balanceo tan leve el que tenga un mástil corto (quizás no es casual la elección de 32” en el diseño) y que sea un bajo es de gran ligereza, lo que se agradece también a la hora de pasar mucho rato con él colgado.

 

Fender Reverse Jaguar Bass, detalles

Otro detallito a tener en cuenta: enganchar la correa en el pirindolo de la parte superior del cuerpo es para nota. Completamente pegado al mástil, pondrá a prueba la paciencia y la destreza manual de más de uno. Pero su extraña ubicación es otra triquiñuela más del diseño pensada para minimizar al cabeceo. Contra esta pega, otro refrán: sarna con gusto no pica.

Electrónica

La parte electrónica también es sorprendente. ¡Dos humbuckers en un Fender! Pues sí señor, y bien puestas que están. Ahora veremos. Configuran el resto de la electrónica un control de volumen, otro de tono (obviamente electrónica pasiva) y un selector de pasti- llas de tres posiciones, que igualmente recuerda a los instrumentos Gibson, que lo llevan así desde que existen. Extremadamente sencillo. Los controles de tono y volumen sobra explicar lo que hacen y el selector de pastillas permite elegir entre pastilla de puente sola, de puente + mástil a la vez y de mástil sola.

En uso

Elegí como escenario de la prueba el local de ensayo con un Little Mark II + una pantalla Markbass 2×10 y otra Markbass 1×15. Con mi banda de versiones re- pasamos todos los estilos: temas de rock sureño de los Allman Brothers, baladitas de Elton John, caña de Leño, unos cuantos “bluses” y hasta rozamos el heavy con los Purple. La principal característica de este bajo es el empuje de su señal y su abanico de tonos. Entrega apreciablemente más volumen que otros bajos pasivos. Sus dos pastillas humbuckers, con esos pedazos de polos de imán, son un tiro. Señal nítida pero potente, agresiva pero sin perder limpieza ni bajas frecuencias. Es un bajo con un sonido profundo y contundente. A medida que cerramos el control de tono, comenzamos a descender a la oscuridad de las frecuencias más bajas, sonando casi a plomo si lo cerramos del todo. Pero con él abierto del todo hay agudos, limpios y muy presentes, de los que cortan bien en la mezcla.

Algo que me ha sorprendido muy gratamente es el equilibrio entre pastillas. Cuando están seleccionadas ambas a la vez, el sonido es muy compensado y se complementan a las mil maravillas, dando como resultado un sonido abierto, extenso y de perfecto balance entre graves y agudos. Y cuando se seleccionan separadas, no se aprecia ninguna caída ni subida de volumen con respecto a la salida de la mezcla de ambas. La de mástil es densa y con tono de graves muy robustos, me recuerda a la de los antiguos Telecaster de los 70. La de puente es, lógicamente, más cantarina y mediosa, entrega armónicos fácilmente y aún así conserva un suelo de graves aceptable.

Fender Reverse Jaguar Bass, cuerpo

Cuanto más rockeros y marchosos eran los temas que toqué con él, mejor se asentaba en el sonido global de la banda. Cuanto más lentas y sutiles eran las canciones, más tenía que sujetar al bicho, o bien a base de bajar un poquito el volumen, o bien a base de moderar el ataque de mi pulsación. Curiosamente, al tener tanta superficie de pastillas y por ello tanta zona de captación de la vibración de las cuerdas, la situación de la mano derecha implica unas variaciones tonales mucho más perceptibles que en otros bajos. En todos los bajos si pulsamos cerca del puente, el sonido se adelgaza pero se vuelve gutural y eso ayuda a abrirse paso en la mezcla, y si pulsamos cerca del mástil redondeamos y hacemos mucho más cálido el sonido pero perdemos definición. Pero en este, esas evidencias físicas de pulsación se hacen mucho más exageradas y notorias.

Conclusiones

¿Y cuál es el veredicto final? A mí este bajo me gusta, me pone, me parece que es de esos instrumentos que te hacen volver la mirada porque son distintos, especiales. Pero hablamos de estética. Si hablamos de sonido, el instrumento está muy bien para ser de gama media (fabricado en México, no llega a los 800 euros en las tiendas), tiene una personalidad sonora acusada que se basa en sus dos humbuckers y su electrónica pasiva y además aporta un plus de comodidad con su mástil más corto para quien busque eso. Un bajo que o te enamora o pasas. Pero como te enamore de verdad, no te lo vas a quitar de entre ceja y ceja. A propósito… ¿cuánto falta para Reyes?

Jerry Barrios

0 comentarios en Fender Reverse Jaguar Bass

Deja tu comentario