Fender American Special Jazz Bass
Parece que en Fender están dispuestos últimamente a darnos muchas buenas noticias a los bajistas. En los últimos noventa y primeros dos mil, la marca que se autodenomina -y mucho me temo que nadie puede discutir lo acertado de la denominación- “el espíritu del rock and roll”, parecía haber volcado todos sus esfuerzos de producción y marketing sobre las guitarras, pero de un tiempo a esta
parte alguien mueve los hilos para que los bajistas también podamos tener cada año novedades que llevarnos a las manos.
Y no es que estemos hablando de novedades en el sentido de nuevos conceptos o innovaciones, sino todo lo contrario: novedades con las que Fender nos recrea los bajos más vendidos de la historia ¡y con goleada sobre los siguientes!, el Jazz Bass y el Precision, poseedores de distintas opciones que permiten cubrir el amplio abanico de gustos y presupuestos de la comunidad bajista.
En los últimos años hemos asistido a la revisión de los modelos American Standard, que dieron un notable salto en calidad, acabados y mejoras; a la aparición de los modelos Highway, fabricados en USA y puestos en el mercado a unos precios super accesibles en base a economizar en acabados pero sin comprometer lo que un bajista espera de un instrumento Fender USA; al nacimiento de la serie Roadworn, poniendo al alcance de los bolsillos de los comunes mortales un tipo de acabado y sonido que estaba completamente vedado a quien no tuviese el dinero necesario para comprar un bajo Custom Shop (de dos mil y mucho para arriba); a la revisión de los American Deluxe, los cuales próximamente analizaremos en estas páginas, a la espectacular mejora de toda la gama Squier… en fin,un montón de cosas bien hechas que no cabe duda, han vuelto a despertar con más fuerza que nunca el gusanillo “Fender” en muchísimos bajistas.
Una de las grandes novedades de 2011 es la aparición de la serie American Special, tanto Jazz Bass como Precision. Y es el Fender American Special Jazz Bass del que nos vamos a ocupar en este primer número, un Jazz Bass de los pies a la cabeza pero a un precio más que asequible, algo muy de agradecer en los tiempos que corren.
Construcción
A estas alturas poco podemos decir que no se sepa de lo que significa un Fender Jazz Bass y de sus características conceptuales, así que vamos a intentar transmitir lo que se puede esperar de este modelo American Special y también entender porque Fender lo ha creado.
En primer lugar decir que tras los primeros minutos de prueba del bajo, en los que estuve tocando el instrumento a mi aire, antes de evaluar parte por parte los puntos previstos por el guión para elaborar este artículo ordenadamente, lo primero que pensé fue: “este bajo está muy bien hecho y a la altura de la etiqueta USA”. Porque si algo parecen tener claro en Fender en los últimos años es que su nombre ha hecho historia y por lo tanto sus instrumentos no pueden defraudar, por supuesto dentro de la gama de precios en los que cada modelo se enmarque.
La serie American Special está construida con cuerpo de aliso, la madera clásicamente utilizada en los bajos Fender de los años 60, que confiere al sonido características de profundidad y calidez. Nos ha sorprendido lo poco que pesan estos bajos (además del de la prueba hemos tenido otros 2 en la mano), lo que nos hace pensar que no está construida esta serie con maderas “del montón”, si no que se ha aplicado un buen criterio de selección. El acabado del cuerpo es en uretano brillante. La gama de colores es reducida, cuatro tan sólo y el diapasón viene determinado por el color del cuerpo: los acabados en sunburst y blanco llevan diapasón de palosanto y los cuerpos en negro y rojo “candy apple red” montan el diapasón en arce. Sin duda, esta limitación puede ser un inconveniente a la hora de elegir el instrumento que más le guste a cada uno, pero por otro lado es una de las formas de conseguir economizar en la construcción, con lo que todos aquellos que no sean especialmente caprichosos con el color se ven beneficiados con un instrumento de calidad a menor precio. Ya sabéis, quien busque más pegada y brillo que opte por diapasón en arce y quien quiera un sonido menos agresivo pero más redondo y cálido que elija palosanto.
El mástil es de arce en todos los casos, con un perfil en C estrecho que lo hace muy cómodo de tocar, tanto en la parte superior como en la inferior y el trabajo de los trastes “medium jumbo” está perfectamente constatado en nuestro bajo de prueba, sin perfiles sobresalientes de esos que parecen “garritas” y que arañan la mano al pasar, cosa que cada vez es más frecuente en los instrumentos sin secar, cuya madera “encoge” incluso en los primeros días de estar colgados en las tiendas. El acabado en uretano satinado es agradable al tacto y permite recorrer el mástil con suma rapidez, además de dejarlo respirar en cuanto a resonancia de la madera se refiere.
Los ajustes de tensión del mástil responden perfectamente, aunque agradeceríamos un poco más de holgura en el hueco de acceso al alma. Simplemente hicimos la prueba de girar el alma un cuarto de vuelta hacia la derecha, dejando reposar el instrumento 24 horas y la respuesta de inclinación del mástil fue evidente. Al día siguiente retrocedimos otro cuarto de vuelta y el ajuste volvió a su estado inicial sin ningún problema, manteniéndose estable en los días siguientes. Decir que aunque el mástil no incorpora refuerzos de grafito como los modelos Highway y American Standard, sus hermanos menor y mayor en precio respectivamente, la consistencia del mástil es adecuada para no notar su ausencia y no pensamos que vaya a tener más fluctuaciones de las normales en cualquier otro bajo comparable. Es más, parte de su sonido de carácter “vintage” (luego veremos a qué nos estamos refiriendo) seguramente provenga de la ausencia de dichos refuerzos, yo particularmente no tengo duda de que influyen en el sonido. Los bajos Fender no lo han llevado durante décadas, ni lo llevan hoy las reediciones de la Custom Shop, sí los llevan los Fender de última generación. ¿A alguien se le escapa que los unos suenan más “clásicos” y los otros más “modernos”, siempre dentro del mismo concepto Jazz Bass? Pues el grafito como refuerzo en el mástil es una diferencia entre ambos grupos de bajos, ni es peor ni mejor, simplemente distinto.
En cuanto al hardware, clavijeros clásicos de la marca y esto sí nos ha llamado la atención, Fender vuelve a montar el puente estándar de 4 selletas de “siempre”. Ni los Badass de los Highway ni el HMV de alta densidad introducido en los nuevos American Standard en 2008. ¿Por qué? Habría que preguntar a Fender, pero probablemente sea un ejercicio de clasicismo en este bajo. ¿Veis cómo según vamos pasando por los distintos elementos que vamos analizando todo es una vuelta al Jazz Bass en su estado más puro y sencillo? Me atrevería a pensar que cuando Fender decidió poner este bajo en el mercado estaba tomando la decisión de que los bajistas pudiésemos comprarnos un Jazz Bass (o un Precision) como los de toda la vida pero sin tener que saltar al precio de las series American Vintage, que cuestan más del doble.
Electrónica y sonido
Aquí entramos en lo que independientemente de lo que digan las especificaciones del fabricante, la experiencia auditiva es lo único que cuenta. Porque la madera se ve y el hardware también y los colores, y el acabado… pero la electrónica siempre está escondida bajo unos potenciómetros y cubrepastillas, parapetada tras terminologías poco aclaratorias. No he visto nunca a un fabricante que diga que sus pastillas son de la gama barata o de la serie económica. Todas tienen unos nombres que parecen las mejores del mundo. En este caso la marca las presenta como “Single Coil Standard Vintage Alnico Magnet”, las mismas que la serie Highway. La electrónica, pasiva por supuesto y con los clásicos potes de volumen/volumen/ tono de los Jazz Bass, incorpora el circuito que Fender denomina GreaseBucket®, también presente en los Highway y en la cual el control de tono recorta los agudos sin añadir graves.
Un apunte más: no son las mismas pastillas de los American Standard o al menos en las especificaciones oficiales de Fender no se llaman igual. Y ahora vamos a lo que importa. ¿Cómo suena? Pues la primera impresión, como dije al principio, es que suena muy, muy bien. Y después de tocar mucho rato, manipular el control de tono abriéndolo y cerrándolo, aislar las pastillas y recorrer el mástil en toda su extensión, no conseguimos más que corroborar la primera impresión.
Es muy posible que cuando hablamos de un Jazz Bass cada cual tenga un sonido en su cabeza, el de tal o cual disco, el de tal o cual bajista… pero al final todos los sonidos parten de un instrumento y cuando llegan a nuestros oídos han pasado por amplis, DIs, mesas, soportes de grabación, quien sabe si por compresores u otros procesadores, con lo que cabe preguntarse ¿Cómo sonaría ese bajo en estado puro, sin tratar? Este Fender American Special Jazz Bass es un bajo que suena a puro Jazz Bass, absolutamente clásico, pudiendo ser perfectamente el punto de partida para que todo el mundo pueda conseguir ese sonido de Jazz Bass que cada uno tiene en su cabeza, con ese equilibrio tonal y rico en medios de las dos pastillas abiertas que lo hace estar siempre y sin esfuerzo presente en cualquier mezcla, con ese timbre nasal que salta de la pastilla trasera sola (¿no estarás pensando en Jaco, verdad?) o esa profundidad grave de la pastilla del mástil que tanto ayuda a redondear el tono.
Las pastillas son de bobina única, como es tradicional en los Jazz Bass, de ahí la personalidad de su sonido, el ruido cuando no están ambas abiertas a tope es imperceptible, ya que el apantallado de este bajo es perfecto y en esto hemos de dar a Fender un sobresaliente. Lo dicho es cierto siempre y cuando estemos conectados a un ampli o previo enchufado a una buena toma de tierra, si no el ruido aparecerá pero la culpa no se la podremos echar al bajo. Los potes responden de modo bastante uniforme en el aumento y disminución, tanto los de volumen como el de tono. Nos ha gustado el circuito GreaseBuck®, ya que al recortar agudos no nos encontramos con una pelota de graves, si no que las bajas frecuencias siguen manteniendo su definición perfectamente.
Magnífica respuesta al slap, buena dinámica en el ataque tocando con los dedos y quizás donde menos nos haya gustado es tocando con púa, porque el sonido del impacto físico de la púa al atacar la cuerda se oye demasiado, aunque en cuanto se recorta el tono aproximadamente al 40% de su recorrido se contrarresta este efecto y volvemos a tener un tono denso y cálido pero con el toque percusivo de la púa. Quizás en esto influyan también las cuerdas que trae de fábrica que son, a mi gusto, demasiado brillantes.
Conclusiones
¿Se puede a estas alturas de la historia de la música sacar al mercado un modelo de Jazz Bass que no exista ya? Pues parece ser que sí. Porque si lo que buscabas era comprarte un clásico sin gastarte un riñón, con las características más simples pero más auténticamente tradicionales de este icónico bajo, con una buena calidad de construcción y no te importa tener pocos colores y combinaciones de cuerpo/mástil donde elegir, a lo mejor no lo tenías fácil antes.
Hay gente a la que no le gusta el puente Badass, ni el acabado de los Highway, ni el sonido más actual y poderoso de los American Standard o que le sobra el estuche de los modelos superiores porque jamás lo va a utilizar (el American Special viene con una funda blanda Deluxe de lo más corriente)… en fin, que este bajo, con estas características concretas de precio contenido y buena calidad no existía en este formato y existe la gente que así lo quiere o al menos eso han pensado en Fender. ¿Quién si no iba a pensar en ello, tratándose de un Jazz Bass?
Jerry Barrios
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