Revista de Bajos

Fender Custom Shop Sean Hurley

La Custom Shop de Fender es, sin duda, uno de los nichos de fabricación de instrumentos de alta gama más deseados por guitarristas y bajistas. Y entre los instrumentos de los que se compone su catálogo, hay siempre algunos de los llamados “signature”, fabricados a imagen y semejanza de los instrumentos de músicos famosos y cuyo sonido es referencia para los comunes mortales que andamos por terrenos más modestos musicalmente hablando. Traemos a estas páginas el Sean Hurley Precision Bass 1961, construido como réplica calcada al Fender vintage del 61 que ha sido el bajo de cabecera de este bajista afincado en Los Angeles durante muchos años.

 

¿Quién es Sean Hurley? Es posible que para muchos sea un desconocido, pero como decía aquel, “conocerlo es quererlo”. Si eres de esos bajistas que valoras el trabajo impecable de acompañamiento, de sostener los fundamentos de una banda, con las notas necesarias y siempre en el sitio idóneo, con precisión de reloj y líneas perfectas para cada tema, entonces Sean Hurley te parecerá un verdadero maestro.

No en vano ha trabajado con Ringo Starr, Annie Lennox, Alanis Morissette y, su verdadera tarjeta de visita, con John Mayer durante un buen número de giras y discos. Pues resulta que este señor tiene un Fender P-Bass del 61 con un sonido tan redondo y dulce, y es tan bueno trasladando el tono de su instrumento a sus trabajos, que Fender decidió hace algún tiempo replicarlo para que todo el mundo (bueno, más bien todo el mundo que pueda pagarlo) tenga la oportunidad de tener uno igual. Además, viene con sorpresa.

Construcción

A pesar de que lleva ya un par de años en el mercado, no es una pieza fácil de obtener para una prueba. Solamente se fabrican bajo encargo y hasta ahora no había llegado ninguno a España (y muy poquitos a Europa). Pero hemos aprovechado la oportunidad de que en Todobajos tienen uno en la exposición de la tienda para probarlo a fondo, por lo que les damos las gracias desde aquí por la cortesía de dejárnoslo para esta prueba.

No vamos a descubrir aquí a esta alturas las características constructivas de un Precision, pero si vamos a repasar los puntos más singulares de este Sean Hurley Signature. Lo primero de todo, ya a simple vista provoca una sensación de acabado exquisito que resulta evidente a los ojos. Esta impresión se confirmó en cuanto pusimos las manos encima. Poco peso y un mástil delicioso son las diferencias físicas con respecto a otros Precision que no pertenecen a la Custom Shop. El acabado es tipo Closet Clasic, es decir, ciertos vestigios de historia en la nitrocelulosa del acabado del cuerpo, básicamente un leve cuarteado, pero nada que tenga que ver con el “relic”. El mástil tiene una capa de barniz muy fina, pero no está desnudo como pasa en los bajos “relicados”. Cómodo y agradable al tacto y rápido a la vez.

Volviendo al mástil, es de perfil en “C” pero mucho más delgado de lo que habitualmente asociamos con los P-Bass. En realidad no podía ser de otra forma si la intención es respetar al máximo las características de época, porque los mástiles de Fender entre 1960 y 1966 tienen fama de ser los más estilizados y cómodos de su historia.

En aquella época la construcción era mucho más artesanal y, por tanto, se puede decir que difícilmente salían dos bajos iguales, los mástiles podían tener leves diferencias entre ellos. En este instrumento, el mástil no puede ser mejor, una verdadera pasada para tocar a gusto.

Viene equipado con una pastilla de bobina simple dividida, como todo Precision, pero en este caso está totalmente bobinada a mano y la calidad de su sonido es llamativa: alta señal, amplio registro, pero sobre todo muy musical. Tanto que con una pulsación percusiva, notorio con púa, puede recordarte al sonido rico en armónicos de un piano, salvando las distancias. Las cuerdas que trae de fábrica son Labella planas, igual que las que utiliza siempre Sean Hurley, y esto contribuye de forma decisiva también al sonido singular que tiene este instrumento.

Pero lo más especial de este bajo, además de su calidad de 10, es el puente con un mecanismo “muteador”, una innovación desconocida hasta ahora en un instrumento salido de la fábrica Californiana.

Los materiales son todos lo mejor de lo mejor, destacando sus maderas seleccionadas (¡qué importante es en la contribución al sonido!), con cuerpo de aliso, mástil de arce cortado transversalmente para mayor resistencia y diapasón de palosanto.

 

Fender Custom Shop Sean Hurley Signature Precision Bass, trasera

Un puente especial

Bien es sabido que en los años 50 y 60 muchos bajistas utilizaban sordinas de espuma o materiales similares que colocaban entre las cuerdas y las selletas del puente para “mutear” el sonido de las cuerdas mediante una acción de amortiguación física de la vibración.

Incluso los Precision trajeron dichas sordinas durante tiempo como parte de serie del bajo, en los primeros años de fabricación. Pero claro, esto tenía un problema: o tocabas asordinado o quitabas las sordinas, porque no era plan de en mitad de un concierto, o peor en mitad de un tema, ponerse a quitar las piezas. De todo punto imposible.

Decíamos que este bajo venía con sorpresa, y su puente es la sorpresa, porque es un puente fabricado para la ocasión con un mecanismo que sube o se baja en función de que queramos las cuerdas libres o con efecto “cuerdas matadas”.

Al parecer, Sean Hurley tenía puesta en su bajo una pieza de espuma para conseguir este efecto, y cuando Fender y el bajista abordaron la construcción de este bajo signature, decidieron construir una solución práctica y dinámica, y la consecuencia fue este puente inédito.

Es una aportación diferencial al instrumento que hará las delicias de los amantes de técnicas como el “palm mute”, logrando un asordinamiento muy estable y nivelado a lo largo de todas las notas del diapasón, de la forma más fácil posible: subir o bajar una palanquita. En cualquier momento, en medio de una canción si hace falta.

 

Fender Custom Shop Sean Hurley Signature Precision Bass, puente

Sonido vintage

No es difícil imaginar cómo suena este instrumento. Su sonido es perfectamente reconocible, es el sonido vintage que todos tenemos en la cabeza cuando hablamos de un Precision de 1961. Desgraciadamente para muchos, los precios de los instrumentos de época hacen imposible la compra, pero eso no quiere decir que no podamos tener acceso a sonar así, exactamente así.

La Custom Shop de Fender, y otras marcas también, replican esos sonidos con absoluta fidelidad, y yo apuesto con cualquiera que en muchos de forma indistinguible con respecto a los originales. Cierto es que no son baratos los instrumentos Custom Shop, pero en cualquier caso hablamos de cuatro o cinco veces menos que un instrumento original, como sería el caso de un Fender Precision de 1961.

Este bajo suena con una calidad que te hace sonreír inconscientemente. Es una experiencia fabulosa tocarlo, porque suena a gloria, es cómodo, agradable al tacto y respira esencia por los cuatro costados… ¡y por las cuatro cuerdas! Un Precision con cuerdas planas, con la mejor electrónica pasiva posible para este modelo y con un nivel de construcción tan alto constituye una aspiración generalizada en la vida musical de muchos enamorados del bajo.

 

Conclusión

Recuerdo que hace algunos años se publicó en Bajos y Bajistas la prueba de un Fender Precision Pino Palladino cuyo titulo era “El mejor Precision nuevo que el dinero puede comprar”, o algo parecido. Me temo que el Pino Palladino ya no es “hijo único” de la Custom Shop de Fender. Ahora tiene un hermano casi gemelo en cuanto a sonido y calidad de construcción, otro bajo para desear intensamente. Las dos grandes diferencias, que a lo mejor en lugar de ser grandes son pequeñas, son el acabado (uno “relic” y el otro “closet classic”) y el puente con mecanismo “muteador”. Y según termino de escribir estas palabras me doy cuenta de que hay algo más fuerte que desear un Pino Palladino o un Sean Hurley: desearlos los dos.

Jerry Barrios

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